Conversación entre Andrés Expósito y Belén Lorenzo en la presentación del libro de aforismos ‘A pesar de todo’ (MAC. S.C. de Tenerife. 15 de noviembre de 2017)

Belén cultiva y practica el ejercicio de mirar hacia donde no mira la mayoría, y aprecia debido a ello, lo que no aprecia la mayoría.

Residimos en una sociedad y un tiempo donde nos cuesta mucho llevar el pensamiento más allá de lo cotidiano, es decir, observar en otra manera, atender la vida desde otras perspectivas que las educadas del sistema o las heredadas generacionalmente, pero Belén se baja de ese tren, indecente y ciego, que no nos deja mirar nada más, y ella nos señala otro lugar, nos salva con su visión. Belén se detiene y encuentra sensaciones y pautas que hemos olvidado o hemos dejado de percibir, y lo saca a la luz, lo escribe y nos lo muestra. Y lo hace en una brevedad reflexiva y amena.

El libro de aforismos A pesar de todo es un álbum de cromos de instantes y visiones inteligentes, de un existencialismo inconmensurable que nos despierta de la modorra incierta en la que residimos de manera habitual. Nos golpea y daña para que entendamos que hay otra forma de mirar y entender los significados que posee todo a nuestro alrededor. En el libro, cada aforismo es una leyenda a abanderar en nuestras batallas cotidianas. Belén, a través de él, “encuentra escombros en todas nuestras reformas interiores”; “se despierta cada día y no pierde la oportunidad de amanecerse”; nos muestra “lo equivocados que estamos al nacer únicos y acabar, erróneamente, volviéndonos iguales”; nos descubre que “en todo orden hay un caos luchando por manifestarse”; nos insinúa que “complicarse la vida es demasiado sencillo”; “que toda revolución nos enseña que todo mundo es posible”; nos advierte de nuestra estupidez, “pues mientras buscamos un momento preciso, se pierden millones de ellos”; nos profetiza que “si se calcula demasiado la vida, el resultado da error”; y que, aunque pensemos lo contrario, “los vacíos no se llenan, se transforman en otra cosa”

En los aforismos de Belén no solo está lo escrito, está lo que se encuentra más allá de lo escrito, por eso recomiendo releer sus aforismos, porque en la primera lectura solo saciaréis la curiosidad. Nada más. Lo otro, la mirada de su autora, viene al releerlos.

A.E.: Cuando leemos el libro de Belén procuramos alcanzar la reflexión de lo expuesto en cada uno de los aforismos, intentamos en cada uno de ellos alcanzar esa visión inteligente, desmenuzarla, hacerla nuestra. Damos cuenta que lo escrito y la palabra forman parte de ese espacio existencial que nos propone, y cuando nos encontramos convencidos de ello, al final de la lectura del libro, va ella y nos propone un último quiebro, y vuelve a zarandearnos el pensamiento, y nos dice: “A pesar de todo lo escrito, a veces sobran las palabras”. Belén, a pesar de todo lo escrito, ¿a veces sobran las palabras?

B.L.: Ahora, para responderte, debería guardar silencio y que cada uno entienda lo que crea conveniente… Pero te diré que sí, que con mucha frecuencia sobran. Mi escritura defiende que con muy pocas palabras se puede expresar mucho, pero a veces el silencio es aún más comunicativo. Probablemente esa es una de las grandes ironías del libro. La primera sería que, siendo una escritora especializada en formatos breves, mi biografía ocupe toda la solapa… Y luego voy, y cuando se ha terminado el libro, digo que las palabras sobran. Pero es que en realidad lo creo así, y desde que pensé ese aforismo vi que debía ser el que lo cerrara. De hecho, en el cuaderno que utilicé para escribir buena parte de ellos, lo coloqué físicamente al final, en la última página. Normalmente hago uso de un cuaderno donde anoto a diario las cosas que me ocurren o que se me ocurren y, de hecho, muchos aforismos están escritos en esas páginas. Pero una parte importante se encuentra en un cuaderno muy especial, que fue un regalo de cumpleaños de un amigo escritor. Se trata de un objeto único, porque está personalizado: lleva mi nombre en la portada, sobre una fotografía en blanco y negro de una joven con los ojos tapados por una pluma; en la contraportada se encuentra La primavera de Botticelli y un poema mío; en el interior de ambas tapas aparece un texto mío en cada una de ellas; y, en la última página, se ve el sello personal del escritor que me lo regaló. Allí está escrito el último aforismo, de donde sale el título del libro. Cuando recibí ese cuaderno pensé que no podía utilizarlo a diario, que debía hacer algo diferente con él. Entonces pensé dedicarlo solo a aforismos, y utilizar una técnica que me sirve de recurso para escribir. Tengo una caja con palabras recortadas de revistas, que me sirven de punto de partida para pensar ideas. De esta manera, en las páginas de ese cuaderno pegué palabras y lo que ellas me iban sugiriendo hasta llegar a la mitad del cuaderno. De momento no lo he continuado, pero tendré que hacer algo con él.

A.E. ¿Por qué ese título, A pesar de todo, y no, por ejemplo, Lo esencial es invisible en las pantallas, o Amanecerse cada día, o El pasado es un futuro que tarda mucho en llegar, o Todos somos moribundos, pertenecientes también a trozos de aforismo de tu libro.

B.L.: Desde el principio tenía claro que el título debía salir de algún aforismo y, en ese sentido, el documento de Word donde los iba reuniendo fue cambiando de nombre según se me ocurrían posibilidades. No guardo un registro de ellas, así que no las recuerdo… Solo me viene a la mente un título horrible, Sala de espera, y lo descarté enseguida porque me parecía demasiado truculento. Cuando se me ocurrió ese último aforismo del que hablábamos, me gustó la idea de utilizar A pesar de todo como título porque era el cierre del libro, y hasta entonces no se descubriría de dónde venía; pero también, porque me gusta jugar con las palabras y, descontextualizado, ese “a pesar de todo” ganaba peso, tenía un sentido afirmativo. La vida es eso, continuar a pesar de todo. No importa las veces que caigas, tienes que levantarte y seguir a pesar de todo. En esa línea, la portada también es afirmativa. Su diseño se debe a Emilio Barrionuevo, un fotógrafo que trabaja en La Palma y con quien contacté porque necesitaba una fotografía: la típica de “escritora interesante” para ponerla en la solapa, solo que en mi caso, por lo que les comenté, debía ir en la contraportada por falta de espacio. Él me dijo que sí, que la haría, pero se ofreció también a hacerme la portada, y así, sin saber cómo, acabé aceptando y mi imagen acabó en la misma. En principio me planteó varias opciones, y yo me decanté por otra imagen, una en la que aparecía de perfil, en blanco y negro, porque me sentía “más yo”. La idea de cambiar y aparecer de frente, y a color, fue también un gesto afirmativo. Al tratarse de mi libro más personal, no tendría otra oportunidad para mostrarme así, mirando la vida de frente, y tenía que aprovecharla.

A.E.: Como he dicho, Belén cultiva y practica el ejercicio de mirar hacia donde no mira la mayoría, y aprecia debido a ello, lo que no aprecia la mayoría, pero una cosa es la idea y otra plasmarla en papel con la brevedad y las palabras precisas. ¿Qué camino recorres entre la idea primera y el aforismo escrito al final? ¿Qué pauta utilizas? ¿O no la tienes?

B.L.: El camino que recorro es largo porque, aunque mi escritura es muy breve, reescribo mucho. Le doy muchas vueltas a las palabras hasta que cada una está en su sitio y, a veces, con el tiempo, puedo llegar a cambiar de opinión y pensar que debería mover algunas de lugar. Y en cuanto a pautas, tengo muchas. Está el recurso que comentaba antes, el de la caja con las palabras, pero en realidad me sirve cualquier cosa: lo que vivo, lo que escucho… Como cualquier escritor, supongo. Otro truco que utilizo es el de hacer series. Cuando no se me ocurre nada, pienso algún texto para series ya empezadas como la de anuncios clasificados.

A.E.: Belén es autora de Breve historia de un cuento que soñaba con ser un título, Leo en las calles, Leyendas de La Palma, y ahora A pesar de todo. ¿Qué proyectos tienes a corto y largo plazo? ¿Puedes hablarnos de ellos?

B.L.: Puedo hablar de ellos, pero poco, porque en realidad sé lo que ocurrirá… Parece que lo próximo será escribir teatro porque se está empezando a abrir una puerta en ese sentido, pero no sé si terminará de abrirse. Sería interesante porque iría en mi línea: no hay manera de que repita género. Tengo microrrelatos, poemas, aforismos… Y tal vez, ahora, teatro. Pero lo próximo podría ser un libro de microrrelatos porque tengo ideas para varios, o cuentos infantiles, ya que existe una propuesta real para ello, o tal vez una novela (pero para 2023, más o menos…). En cualquier caso, no serán aforismos, pero solo por una cuestión de agotamiento, ya que me encuentro a gusto con el género.

Lo próximo será lo que la vida vaya diciendo.

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